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Fue el vigésimo séptimo superintendente en asumir la posición, la que ocupó por dos años.  Durante su gestión impulsó medidas para el fortalecimiento del sistema financiero nacional.

Considerado un banquero experimentado y también cumuló conocimientos en su paso por el Banco Central. Fue administrador general del Banco de Reservas en la segunda mitad de la década de los 80, donde destacó por su apoyo a instituciones estatales que eran estratégicas, como el Consejo Estatal de Azúcar y el Banco Agrícola, por haber incentivado la inversión en tecnología moderna, de acuerdo con el libro 80 años del banco de todos los dominicanos, de Roberto Cassá.

Mediante el decreto No. 184-93 fue nombrado director ejecutivo de la Autoridad Portuaria Dominicana. Ocupó varias posiciones de relevancia en el gobierno de Joaquín Balaguer y se distinguió por su respaldo a los colaboradores que estuvieron a su cargo en sus diferentes puestos.