Estoy agradecido con el Club de Gestión de Riesgos de la República Dominicana por la invitación de compartir unas reflexiones, en esta clausura de la II Jornada Anual de Riesgos “Fortaleciendo la Cultura y la Gestión de Riesgos”. Esta iniciativa de capacitar y motivar las buenas prácticas relativas a gestión de riesgos va alineada con el interés de la Superintendencia de Bancos de continuar fomentando la cultura y el control efectivo de los riesgos de forma integral, dentro de las entidades de intermediación financiera.
Quiero enfocar mis palabras aprovechando la oportunidad que tenemos como país de actualizar el marco prudencial y financiero (contable). Más allá de adoptar tal o cual estándar de “Basilea III” o “IV”, nos referimos a incluir en nuestro marco, cargos de capital para mayor absorción de pérdidas de riesgos, como el operacional (que incluye fraudes, ciberseguridad, etc.); mercado; colchones contra cíclicos, y otros elementos de los estándares internacionales que serían muy útiles tener.
Más que una narrativa técnica o académica, pretendo presentar razones prácticas que resalten la necesidad de hacer estas mejoras, como forma de cubrir y gestionar mejor los riesgos.
Nuestro país está en una coyuntura especial: una especie de “edad dorada”. Algunos elementos que lo confirman:
Por esto, vale la pena que reflexionemos en torno a cómo el sistema bancario y financiero puede continuar apoyando a la economía.
Esta reflexión se enfocará en tres ideas. Primero, voy a explicar por qué es importante para las entidades de intermediación financiera adecuarse a las buenas prácticas establecidas en los estándares internacionales: principalmente, Basilea y las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF). Pero me enfocaré más en los elementos deseados que en un estándar específico, porque no quiero entrar en discusiones estériles sobre si estamos en Basilea 0.5 o Basilea 4.
En segundo lugar, voy a compartir cómo incide el establecimiento de estas buenas prácticas en la resiliencia del sistema financiero y en un adecuado manejo del capital, para garantizar la sostenibilidad en el corto, mediano y largo plazo.
Finalmente, concluiré con recomendaciones para que la implementación de estas prácticas permita apoyar la gestión integral de riesgos.
1. ¿Por qué es importante para las entidades de intermediación financiera adecuarse a las buenas prácticas establecidas en los estándares internacionales?
La respuesta a esto va mucho más allá de decir que otros países lo han hecho; o que así lo recomienda el Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, o hasta el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI), que lo señala ya desde hace varios años en sus informes de artículo IV.
Se trata, sobre todo, de que las experiencias recientes casi nos gritan que tenemos que hacerlo.
Por ejemplo, las lecciones que aprendimos con el riesgo de mercado durante 2022 y 2023. Mientras todos nos enfocamos en la salud de las carteras de créditos durante la pandemia, el riesgo se fue acumulando en los portafolios de inversión. De forma inadvertida por muchos, los procesos inflacionarios que se desataron punzaron los balances de todas las entidades financieras. El dolor no tardó.
A pesar de los esfuerzos de los entes supervisores, nada protege contra las pérdidas materializadas. Esas lecciones se vivieron en Estados Unidos, con la crisis de algunos bancos regionales, que hoy ya no existen, como Silicon Valley Bank o el Signature Bank, que tuvieron que ser intervenidos y cerrados.
Entonces debería quedarnos claro a todos que el riesgo de mercado se ha vuelto mucho más importante en los balances de los bancos—tanto por el valor de mercado (mark to market), como por el riesgo de tipos de interés en el calce de activos y pasivos.
Nuestro marco regulatorio de riesgo de mercado está aún enfocado solo en el análisis de brecha. No obstante, se amerita la actualización de este, permitiendo contemplar colchones de capital para las otras manifestaciones de riesgo.
Sólo hay que ver la importancia que los valores negociables han recobrado en los balances—no sólo de los bancos, sino también de otros inversionistas institucionales que hace apenas algunos años no eran tan relevantes. Un ejemplo de esto, son los valores bajo custodia que rondan los DOP 2.9 billones – comparable en tamaño con aproximadamente un 78% de los activos de todo el sistema bancario.
En segundo lugar, hablemos de riesgo operacional—“el riesgo que siempre está presente”, como decimos en la SB. Cuando salió Basilea I en 1988 – o incluso hace 22 años cuando se promulgó la Ley Monetaria y Financiera, el negocio bancario era distinto. No había banca en línea como la conocemos hoy día. Las presencias digitales se han ido incrementando, como reflejamos en nuestros informes de Ranking de Digitalización del sistema que, aprovecho para decir que la versión de 2023 estará saliendo la semana entrante.
Ciertamente, que la digitalización es buena. Queremos mayor digitalización y más inclusión. De hecho, hemos trabajado para esto con muchas de las iniciativas implementadas, como onboarding digital, entre otras.
Pero, mayor digitalización nos expone más a los riesgos de ciberseguridad y disrupciones tecnológicas que tantas pérdidas y frustraciones producen.
Ni hablar de los fraudes, los fallos de procesos, la prevención del lavado de activos y las demás manifestaciones de riesgo operacional, que evidencian lo complejo que se ha vuelto gestionarlo.
Entonces: ¿No es razonable que nos enfoquemos en medir mejor los riesgos operativos, y requerir una carga de capital adicional por estos, en línea con los estándares internacionales?
En la Superintendencia creemos que eso es de orden. Que no hay que motivarlo mucho. Especialmente, cuando a la Junta Monetaria llegan esos casos de reclamaciones de usuarios y usuarias, víctimas de fraudes, o de errores de sistemas de procesos; y los miembros del Comité de Dictamen se involucran diligentemente en comprender lo que está ocurriendo en el sistema financiero, para brindar soluciones a través de sus precedentes.
Desde la SB nos hemos dedicado también a comprender y cuantificar mejor el riesgo operacional, y proveer estudios e informes que sirvan de referencia para comprender mejor su impacto en el sistema. Desde 2021, publicamos un informe anual de riesgo operacional, siendo el más reciente el correspondiente al año 2023 (publicado en abril de 2024). De este informe sabemos que las pérdidas brutas de los eventos reportados durante el 2023 fueron de DOP 2,237 millones, representando el 1.06% del margen financiero bruto del sistema financiero.
El caso de los colchones de capital contra cíclicos y la visión prospectiva es otra de las buenas prácticas que contiene el marco internacional.
Y aquí corresponde una anécdota de 2020, cuando ya había iniciado la pandemia—pero aún no era Superintendente de Bancos. Recuerdo un acercamiento de un ejecutivo de una entidad, este nos comentó que proactivamente había solicitado a la Superintendencia de Bancos aprobar el uso de Reservas para Pérdidas Inesperadas, para constituir provisiones anticíclicas.
Cuando me lo comentaron, le dije a esa entidad: “eso deberían hacer todas las demás entidades”.
Luego, ya siendo superintendente, convocamos a las principales entidades a la Superintendencia a presentar el impacto que la pandemia estaba teniendo sobre sus resultados, y varias aprovecharon para solicitar que se les habilitaran las provisiones anticíclicas – algo que posteriormente motivamos con DGII, emitiendo normativas conjuntas.
Estas son muestras de gestión proactiva y de prudencia, que esperamos de todas nuestras entidades.
Aunque ciertamente las provisiones son distintas a los colchones de capital, siendo las primeras para absorción de pérdidas esperadas, --mientras que el capital es para absorción de pérdidas inesperadas--, el elemento contra cíclico es el mismo. Lo conocemos desde la historia bíblica de José: llenar los graneros en tiempos de vacas gordas, para poder comer en tiempos de vacas flacas. O como yo repetía en mi vida pasada de Argentarium: “guardar pan para mayo y harina para abril”.
¿Entonces, no resulta razonable que además del mínimo requerido de capital, consideremos estos otros cargos de capital --por riesgo de mercado, riesgo operacional-- ?, ¿no es natural que promovamos la gestión integral de riesgos, aprendiendo de los estándares y de la experiencia reciente?
Estamos convencidos de que los bancos de hoy día—sobre todo los más grandes --no están expuestos únicamente al riesgo de crédito. No son bancos de 1988, ni de 2002. Por ende, si el sistema financiero de hoy no es el mismo que hace 20 o 40 años, entonces la regulación tampoco debe ser la misma.
Por eso para nosotros la adopción de estos estándares es una consecuencia natural de la evolución del sistema, más que por seguir una directriz del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea, o hacer lo que recomiende el FMI, simplemente porque sí.
Ahora, somos conscientes de que adoptar estos estándares trae beneficios para las EIF. Como dicen los economistas, beneficios que “salpican” o se “desbordan”, en aspectos como:
Habría capital de mayor calidad y mayor capacidad de absorción de pérdidas: Basilea III requiere que las EIF mantengan un mayor nivel de capital de alta calidad (principalmente capital primario - Tier 1), lo que les proporciona un colchón más robusto para absorber pérdidas y, por ende, aumenta la capacidad de los bancos para enfrentar crisis financieras.
Nuestros bancos tienen muy buena capitalización y solvencia. En efecto, la solvencia del sistema financiero es de 16% -- 600 puntos básicos superior al mínimo requerido. Mientras que más del 85% del patrimonio técnico del sistema es primario—el de mayor calidad.
No obstante, somos conscientes de que no estamos gestionando bien los riesgos reales del negocio. Tampoco es uniforme, porque las entidades que asumen mayores riesgos deben también tener mayor adecuación de capital. Si partimos de la frase de que lo que “no se mide, no se gestiona”, pues realmente estamos dejando fuera de la ecuación de adecuación patrimonial, factores importantes de riesgo de mercado y riesgo operacional.
Ahora, la buena noticia es que el sistema se encuentra bien capitalizado. Por lo que sería un buen momento, por la fortaleza y por los colchones que existen actualmente, para constituir esos colchones adicionales sin comprometer demasiado la solvencia del sistema.
Además, reduciría el riesgo sistémico. Basilea III incluye medidas adicionales para instituciones financieras que son "demasiado grandes para quebrar", lo que obliga a estos bancos a mantener un capital adicional, alineado con su potencial impacto sistémico. Nosotros hemos venido trabajando en esto desde la Superintendencia, definiendo una metodología común y fortaleciendo las pruebas de estrés y los ejercicios de planificación de capital (ICAAP).
Finalmente, la adopción de los estándares internacionales mejora la credibilidad y transparencia. Hasta ahora, nos hemos enfocado principalmente en los estándares prudenciales contemporáneos y sus componentes. Pero vale decir también que hay oportunidades de adaptar los principios contables contemporáneos. Particularmente, el uso de valor razonable en los portafolios de inversión – (que es un elemento común en las NIIF y en US GAAP).
Al mejorar la calidad del capital y adecuar la información financiera a los estándares internacionales, se genera mayor confianza entre los inversionistas, las calificadoras de riesgos, los bancos corresponsales, las instituciones financieras internacionales que sirven como contrapartes o fomentan proyectos, y otros usuarios y usuarias que aporten información incluyendo los ahorrantes.
Pero existen otros beneficios positivos para la economía: mejora el clima de negocios del país, fomenta la inversión extranjera directa, fortalece los lazos de corresponsalía, ayuda a alcanzar la meta de convertirnos en grado de inversión—reduciendo el costo de la deuda y, potencialmente, mejorando las colocaciones en el extranjero.
Quizás el beneficio más tangible es que los estándares internacionales ayudan en la gestión de riesgos, evitando problemas en el sistema financiero. Esto lo aprendimos de primera mano hace un par de décadas: las crisis económicas no siempre devienen en crisis financieras (como vivimos ahora en la pandemia). Sin embargo, las crisis financieras “muerden dos veces”: afectan la economía financiera y también la economía real, como experimentamos en 2003.
Entonces si no queremos volver a sufrir la factura social de una crisis financiera, debemos asegurarnos de que los riesgos estén bien medidos y gestionados.
2. Incidencia de las buenas prácticas en la resiliencia del sistema financiero y manejo adecuado del capital.
Basilea III motiva la resiliencia del sistema financiero a través de un reconocimiento adecuado de la exposición a riesgos, desde una visión prospectiva, es decir, no solamente identificar, medir y mitigar los riesgos actuales de las operaciones de la entidad, sino los riesgos que se pueden presentar conforme a la planificación estratégica de esta, gestionando de forma oportuna los desafíos para el cumplimiento de los objetivos estratégicos y de negocio; y permitiendo cubrir de forma eficiente y oportuna los requerimientos de los clientes.
Para estos fines, el capital y la liquidez de las entidades son fundamentales para el sistema financiero por varias razones:
Warren Buffet dijo: “Únicamente cuando la marea baja, descubres quién ha estado nadando desnudo”; esto lo podemos asociar a la gestión de capital, dado que, si la entidad no cuenta con suficiente capital para cumplir con sus obligaciones y seguir creciendo, nos damos cuenta de forma tardía de las oportunidades que teníamos y que no aprovechamos, o cuáles riesgos enfrentamos que no fueron adecuadamente gestionados.
Asimismo, es importante destacar que el capital es esencial para la resiliencia del sistema financiero y para el crecimiento económico de la República Dominicana. La resiliencia se traduce en que, al final en momentos de crisis es que sabemos quién es quien, en esos momentos identificamos quiénes realmente están implementando y gestionando en base a controles adecuados y alineados con las buenas prácticas internacionales.
3. Recomendaciones
Las entidades de intermediación financiera pueden gestionar conforme las buenas prácticas de los estándares internacionales, inclusive, ya tenemos entidades que han implementado algunos aspectos como parte de su gestión interna—como la anécdota que expuse anteriormente.
Desde la Superintendencia hemos estado motivando a que la normativa sea un piso mínimo, pero que las entidades gestionen en función a buenas prácticas internacionales, por lo que se han realizado diversas publicaciones técnicas, incluyendo aspectos metodológicos de referencia; como son la medición del LCR y NSFR—los índices de liquidez de corto y mediano plazo que se utilizan—, la medición del ratio de incumplimiento como antecesor de la medición en base a pérdidas esperadas, el cálculo de capital económico de riesgo operacional, entre otros; con miras a incentivar la actualización hacia los estándares internacionales.
Recomendamos a las entidades los siguientes aspectos, con fines de implementar una adecuada gestión interna:
Implementar los estándares internacionales es un desafío que requiere compromiso y dedicación por parte de las entidades financieras. Sin embargo, los beneficios a largo plazo en términos de estabilidad, confianza del mercado y resiliencia ante crisis, superan con creces los esfuerzos realizados. Al seguir algunas de estas recomendaciones, las entidades estarán mejor posicionadas para enfrentar las complejidades del entorno financiero moderno y cumplir con las expectativas de reguladores, inversionistas y clientes.
Quiero concluir, con una reflexión reciente que vi en un documental ¿“What’s Next? The Future with Bill Gates” de Netflix. En un episodio Bill Gates conversa con James Cameron, el icónico director de cine, conocido por películas como AVATAR, TERMINATOR y por supuesto, TITANIC, y están hablando sobre los riesgos de la inteligencia artificial… pero dicen algo que creo que es aplicable a la gestión de riesgos en general.
James Cameron argumenta que a menudo se advierte sobre la gestión de riesgos, y recuerda a la tragedia del Titanic, donde se advirtió sobre los riesgos, pero la confianza excesiva y el hacer caso omiso a las advertencias o a los riesgos resultaron en una tragedia memorable en la historia de la humanidad.
De eso se trata la gestión de riesgos de los bancos. Uno siempre lee los casos de estudios: bancos que tienen pérdidas cuantiosas por malas prácticas, por riesgo de mercado, por dar malos préstamos, por traders que se portan mal, por ataques de ciberseguridad… y siempre están pasando en otros lugares y en tiempos distantes… hasta que pasa en casa, y uno se pregunta en retrospectiva: ¿Por qué no se estaban gestionando bien esos riesgos?
Evitemos que pase aquí, que nos pase a nosotros.
¡Muchas gracias!
Alejandro Fernández W.