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La Vega, 1923. Milton Messina tuvo una larga y brillante carrera en la administración pública, muy especialmente en el área de la economía. Esta historia profesional en el sistema financiero nacional comienza cuando, siendo abogado, acepta el consejo del primer gobernador del Banco Central, Jesús María Troncoso Sánchez, de cursar estudios de post-graduado en la Escuela de Economía de la Universidad de Columbia, New York, convirtiéndose en un pionero en esta materia. 

Su primer cargo en el sector público fue como administrador del Banco Agrícola. Más adelante, ocupó el puesto de vicegobernador del Banco Central y de ahí su carrera fue en ascenso. Ocupó los puestos de secretario de Estado de Finanzas, secretario de Estado de Trabajo y Economía Nacional y gobernador del Banco Central. Más adelante, debido a su trayectoria como tecnócrata, siguió ocupando otros puestos importantes, tales como director de un grupo consultivo del Secretariado Técnico de la Presidencia y asesor económico del presidente Salvador Jorge Blanco.  

Su paso por la Superintendencia de Bancos fue de apenas dos años, pero se trató de una intervención sustancial. La experiencia acumulada en el sector financiero y económico del país y de los bancos le permitió hacer grandes aportes a la organización de una institución joven que hasta entonces solo contaba con una ley, pero no con un reglamento que la hiciera más operativa.  

A Messina le tocó reorganizar una institución que seguía en pañales, designando nuevos inspectores, redistribuir los trabajos, orientar a nivel técnico el estudio del sistema monetario y bancario nacional, así como delimitar las funciones que desempeñaba la superintendencia dentro de este sistema.  

Asignó nuevas atribuciones a los miembros del personal de acuerdo con sus competencias, señalando continuamente cuál era el sentido de las inspecciones dentro del sistema bancario y la posición que este ocupa en la economía nacional. Estas atribuciones fueron conferidas a través del reglamento que propuso ante la Presidencia, el mismo que consagró las disposiciones internas que se habían dictado sobre la organización administrativa.  

Según sus propias palabras, el aporte más importante de su gestión al sistema monetario y bancario nacional fue el perfeccionamiento de los sistemas contables, la ejecución de la política crediticia y bancaria dictada por la Junta Monetaria.  

Durante su gestión, por ejemplo, se logró que los bancos internacionales con sede en el país comenzaran a integrar en su capital una reserva procedente de sus utilidades para que contaran con fondos suficientes a la hora de cumplir con sus obligaciones legales, y que no tuvieran que pedir prórrogas a la Junta Monetaria, como sucedía hasta ese momento.  

Messina representó al país como agregado económico ante las Naciones Unidas y en otras ocasiones ante el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Posteriormente fue embajador en Washington. Llevó también una oficina de consultoría acerca de temas económicos hasta poco antes de su muerte en 2006 y desde su juventud se dedicó a escribir artículos, trabajos y conferencias sobre temas económicos nacionales.